LA ALFABETIZACIÓN
EN CUBA, INICIO DE UN PROCESO DE CULTURIZACIÓN DE LAS MASAS POPULARES
Carmen Gómez García
*
Cuando en enero de 1959 triunfa la insurrección armada
contra la tiranía batistiana y se instaura en el país
un gobierno revolucionario que, con Fidel Castro a la cabeza, defiende su plena
libertad y soberanía, el índice de analfabetismo en Cuba alcanza 31%, según las
estadísticas oficiales, no muy confiables. Según estas mismas estadísticas en
las zonas urbanas solo había un 11,6% de analfabetismo mientras en las zonas
rurales este ascendía al 41,7%.
Estos datos indican que solo en las ciudades existía una
cierta cobertura educacional estatal, mientras que en las zonas rurales las
pocas escuelas existentes se hallaban en las orillas de las carreteras – para
apoyar la propaganda electoral de los politiqueros – pero en las zonas alejadas
de los centros urbanos, en especial en aquellas montañosas como la Sierra
Maestra, en la provincia de Oriente, en
la de los Órganos en la provincia
de Pinar del Río o en la del Escambray en la de Las Villas y otras, apenas existían escuelas.
En esas zonas para llegar a una escuela los niños tenían que caminar,
generalmente sin zapatos, largas distancias.
Por otra parte, la miseria existente en nuestros campos
obligaba a los niños campesinos desde que tenían siete años de edad, y a veces
menos, a trabajar en las labores del campo – recogida de cosechas, alimentación
y cuidado de animales domésticos – y por ello dejaban de asistir a la escuela,
perdiendo el cabo de pocos años por desuso, lo poco que hasta entonces habían
logrado aprender.
Desde los primeros meses, luego del júbilo que en todo
pueblo produjo la liberación, una de las primeras tareas que se abordó fue la
alfabetización de las tropas rebeldes, formadas en su gran mayoría por
campesinos, donde el analfabetismo alcanzaba alrededor de 80%.
La inmensa mayoría de los soldados no sabían leer ni
escribir y los pocos que podían hacerlo no rebasaban el tercer grado y es
natural que se pensara en elevar su nivel l educacional pues el país necesitaba
contar con un ejército bien preparado, tanto en lo militar como en lo político,
para enfrentar las duras tareas que se avecinaban.
Hay que señalar que en la etapa de la lucha
insurreccional, mientras se encontraba peleando en la Sierra Maestra, los
soldados rebeldes en los momentos en que
no estaban enfrascados en los combates recibían clases de alfabetización y
preparación política, tarea esta a la que el Comandante Ernesto Guevara prestó
gran atención. En las escuelas de los “rebeldes” también recibían clases los
niños y adultos campesinos de los alrededores. Por eso decimos que la
alfabetización comenzó en la Sierra. La lucha por la liberación nacional duro
poco mas de dos años y desde que lograron estabilizarse
en las montañas se impartían en esas zonas
clases de alfabetización y de enseñanza general, tanto para los soldados
como para la población civil en las zonas donde las tropas rebeldes se habían
asentado.
Ya en el propio mes de enero de 1959 se realizó un
llamamiento a los maestros para que acudieran a dar clases a los soldados en
los campamentos militares. Miles de ellos respondieron a este llamamiento.
El 11 de febrero de 1959 se inauguraron las clases con un
acto oficial en el antiguo campamento de Columbia,
hoy Ciudad Libertad. A él asistieron los Comandantes Raúl Castro y Camilo
Cienfuegos. El primero de ellos, al dirigirse al numeroso grupo de soldados y
oficiales allí congregados, expuso: “Tenemos que convertir a cada rebelde en un
verdadero revolucionario.”
A partir de aquí se establecieron escuelas en todos los
campamentos militares y también en las estaciones de la policía.
La alfabetización de los soldados fue organizada por la
Dirección de Cultura del Ejército Rebelde, e cuyo frente estaba el Comandante
Ernesto Guevara. Esta contaba con varias secciones: Enseñanza, Instrucción
Revolucionaria, Prensa, Música, Cine.
La Dirección de Cultura del Ejército Rebelde se convirtió
en uno de los más importantes centros de difusión cultural y dio origen a
muchas actividades que tuvieron amplia repercusión en todo el país. En su seno
nació la revista Verde Olivo, donde
se formaron numerosos periodistas revolucionarios, con una nueva concepción del
papel de la prensa y del periodista en la sociedad; en su sección de cine se
filmó el documental Esta tierra nuestra,
dirigido por uno de nuestros mejores directores cinematográficos, Tomás
Gutiérrez Alea (Titón) que dio origen a la cinematografía revolucionaria y al
Instituto del Arte e Industria Cinematográficos
(ICAIC); en su sección de música, se
organizaran coros y en ella colaboraron algunos de nuestros mejores directores
de orquestra como Manuel Duschene Cuzán,
Valdes Arnau, Gonzales Mantici y otros.
La enseñanza en las filas del ejército tropezó con
algunas dificultades. La primera, la movilidad de la tropa, por lo que se
decidió incorporar a ella al maestro. La segunda – y la más importante – la
carencia de textos adecuados. Las cartillas existentes tenían un lenguaje muy
infantil que no motivaba a los combatientes y hubo que comenzar a elaborar una
nueva cartilla de alfabetización.
Por supuesto, no bastaba con la alfabetización de los
soldados rebeldes; en la población civil también existían muchos analfabetos y,
en el mes de marzo de 1959, el Ministerio de Educación creó la Comisión de
Alfabetización y Educación Fundamental, que pronto organizó numerosas aulas de
alfabetización y “cursillos” para preparar alfabetizadores
y en breve plazo logró alfabetizar algunos miles de adultos. Estos cursillos se organizaron por la propia Comisión de Alfabetización y en ellos participaron
numerosos maestros y ciudadanos comunes dispuestos a prepararse para
alfabetizar y dar clases una vez concluida la jornada laboral Allí también se
hacía sentir la necesidad de contar con una cartilla que respondiera a los
requerimientos de la población adulta.
Entre la Sección de Enseñanza de la Dirección de Cultura
del Ejército Rebelde y esta Comisión de Alfabetización existían estrechos lazos
de colaboración, y pronto se propusieron trabajar ambos equipos en la
elaboración de una nueva cartilla de alfabetización.
Entre tanto, el 26 de septiembre de 1960, en su
comparecencia ante la Asamblea General de la ONU, el Comandante en Jefe Fidel
Castro, declaró que el pueblo de Cuba se disponía a eliminar el analfabetismo
del país en el término de un año.
La noticia produjo conmoción en todo el mundo, en
especial en los países subdesarrollados, ya que el analfabetismo es uno de los
flagelos que con más fuerza azota a estos países y que no había podido
eliminarse pese a las numerosas campañas organizadas por la UNESCO y otras
instituciones con ese fin. El reto de Fidel Castro creaba serias expectativas
en todo el mundo y en Cuba ponía todas las fuerzas del país en tensión.
De inmediato se creó la Comisión Nacional de
Alfabetización, integrada por numerosas organizaciones: los Comités de Defensa
de la Revolución la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), la Federación
Estudiantil Universitaria(FEU) ,la Confederación de
Trabajadores de Cuba (CTC), el Ejército Rebelde y otras, las cuales se
comprometieron a movilizar a todo el país a fin de cumplimentar la tarea en el
tiempo fijado. La Comisión contaba con una Sección Técnica, encargada de
elaborar los instrumentos docentes que se utilizarían en la campaña.
El personal que venía trabajando en la alfabetización de
las filas del ejército y el de la
Comisión de Alfabetización se trasladaron a la Sección Técnica para que
aportaran allí sus experiencias, y continuaran
su labor, ahora con más entusiasmo y presionados por el poco tiempo que
faltaba para el inicio del año 1961 en que debía realizarse la Gran Campaña.
Gracias a la experiencia adquirida en los trabajos previos se hizo posible en
un plazo inferior a los tres meses dejar concluida la nueva cartilla a la que
se denominó Venceremos, y también un
manual de alfabetización, que se llamó Alfabeticemos.
El contenido de la cartilla era totalmente novedoso, pues
reflejaba en sus paginas las transformaciones que en los dos escasos años que la
revolución llevaba en el poder se habían producido en el país, desde las
batallas en el seno de la OEA librabas
por el Canciller Raúl Roa , el Canciller de la
Dignidad, hasta la Ley de Reforma Agraria, firmada en La Plata el 17 de mayo de
1959 y muchas otras que harían interminable este recuento.
El manual de alfabetización no sólo contenía las
instrucciones para el manejo de la cartilla – dada la magnitud de la campaña,
no eran suficientes los maestros existentes para emprender la tarea; era
necesario utilizar una fuerza alfabetizadora más
amplia que incluyera a todo aquel que supiere leer y escribir y estuviera
dispuesto a alfabetizar – sino también breves explicaciones sobre cada una de
las temáticas que aparecían en la cartilla.
La alfabetización unió en un solo evento el aprendizaje
de la lectura y la escritura y los inicios de la culturización de las masas
analfabetas. Al aprender a leer y escribir se aprendían, al mismo tiempo, los
elementos esenciales de la historia de nuestro pueblo y de sus luchas, para
hacerles comprender la esencia de las transformaciones que se venían
realizando: la reforma agraria, las cooperativas agrícolas, la creación de la
industria turística, de las cooperativas pesqueras y otras.
El método
utilizado en la cartilla era sencillo. Se partía de una oración de contenido
significativo para el estudiante la que debía identificar, la cual se
decomponía en palabras, una de las cuales se dividía en sílabas para
ejercitarlos en el conocimiento de cada una de ellas, y formar después nuevas
palabras. Por ejemplo la primera lección de la cartilla comenzaba diciendo “La Reforma Agraria Va”. Se hacia que
los alumnos identificaran esta frase que se encontraba en numerosas vallas y
carteles por todo el territorio nacional, en las paginas de los periódicos y en
los anuncios de la televisión. Se tomaba después la palabra reforma y se dividía en silabas :
re-for-ma y la “m”
de la silaba “ma” se unía con las otras vocales: ma- me- mi- mo- mu, para a continuación formar con ellas otras palabras
como “mama”, y así se continuaba con otras frases hasta agotar todas las letras
del alfabeto.
La campaña se inicio con una gran cena en los
predios de Ciudad Libertad, ofrecida por Fidel a los alfabetizadotes, pero
desde el inicio se hizo notorio que se desarrollaría en medio de terribles
dificultades provocadas por el acoso del imperialismo.
En los primeros días del mes de enero, el 5 para ser más
exactos, nos sorprendió la noticia del asesinato de un joven maestro negro en
las lomas del Escambray.
Su nombre era Conrado Benítez. El objetivo: amedrentar a aquellos que se
disponían a adentrarse en poblados y caseríos aislados con el propósito de
alfabetizar a los campesinos. Su asesinato realizado por elementos
contrarrevolucionarios financiados por el imperialismo estadounidense que se
proponían entorpecer el buen éxito de la campaña alfabetizadota, pero que no
lograron sus objetivos, pues desde el primer momento todo el pueblo se dispuso
a sumarse a la tarea: hombres y mujeres; jóvenes y adultos.
Transcurridos los dos o tres primeros meses de la
campaña, se habían alcanzado logros importantes en las zonas urbanas, pero en
las zonas rurales, en especial en las montañosas, existían localidades a las
que no se había podido llegar. En ellas la casi totalidad de la población era
analfabeta, y la que no lo era tenía unos conocimientos tan limitados que no
podían ser utilizados para alfabetizar, vale decir que en ella casi toda la
población necesitaba ser alfabetizada, tampoco era factible enviar maestros o
alfabetizadotes populares día tras día pues eran localidades muy alejadas y
prácticamente carentes de comunicación.
Sin embargo, era necesario resolver esta situación.
Cuando Fidel Castro se enteró de la cuestión, comprendió de inmediato que era
necesario, si se quería cumplir con el compromiso contraído por la Revolución
en la ONU, darle solución rápida al problema. Se hizo un llamamiento a los
estudiantes de nivel secundario y universitario para que se incorporaran a las
Brigadas de Alfabetización que se crearon, las que llevaron por nombre Conrado
Benítez en homenaje al joven maestro asesinado. A las brigadas se incorporaron
105.664 estudiantes; de ellos, 54.953 eran muchachas y 50.711 eran muchachos,
lo que evidencia el grado de comprometimiento de la mujer con el proceso revolucionario.
El plan de los brigadistas – cuyo uniforme fue diseñado
por el propio Fidel y que consistía en un pantalón verde olivo con amplios
bolsillos y una chaquetilla gris de
mangas cortas con cuello y puños verde olivo – estaba perfectamente
establecido. Pasarían una semana de entrenamiento y recreo en la playa de
Varadero, para después ser enviados a las zonas donde su trabajo era más
necesario; cada brigada se puso bajo la orientación de un maestro. En la zona,
cada uno sería ubicado en un hogar campesino que se ocuparía de brindarle
alojamiento y comida. El brigadista se comprometía a enseñar a leer y escribir
a los campesinos de los alrededores y sus familias y también colaboraría con su
trabajo en las labores agrícolas que estos tenían que realizar.
Ello ponía en contacto a los brigadistas con la vida
miserable de los campesinos, con las peculiaridades de su cultura, al mismo
tiempo que les llevaban a éstos, elementos de la cultura urbana, les inculcaban
hábitos higiénicos, modos de comportamiento, costumbres, etc., propios de la
ciudad, y contribuían así a acortar el abismo que tradicionalmente ha separado
el campo de las ciudades. De hecho tanto el alfabetizador
como el analfabeto se volvían más cultos en el amplio sentido de la palabra.
El entrenamiento de los brigadistas debía comenzar el 17
de abril de 1961 en el campamento de Varadero. Se habían preparado todas la
condiciones para su buen funcionamiento, se prepararon albergues, se acopiaron
los alimentos, los uniformes, las cartillas y los manuales, los faroles chinos
para encender en las noches y poder impartir las clases; se ofrecieron
seminarios sobre el manejo de la cartilla y del manual a los maestros que
debían orientar a los brigadistas. Sin embargo, el día 15, aviones procedentes
de los Estados Unidos bombardearon los aeropuertos de Ciudad Libertad, San
Antonio de los Baños y Santiago de Cuba. Era evidente que se iba a producir una
invasión al territorio nacional, la que, en efecto, se produjo en la madrugada
del día 17. Era el ataque mercenario a la Playa Girón. Un nutrido grupo de
cubanos que habían abandonado el país al triunfo de la Revolución, financiados
y entrenados por el gobierno estadounidense desembarcó por la bahía de Cochinos
al sur de la provincia de Matanzas con el propósito de derrocar el proceso
revolucionario, Todo el pueblo se movilizo y en menos de setenta y dos horas la
invasión mercenaria había sido derrotada no sin que el pueblo cubano tuviera
que pagar con un alto numero de vidas humanas su derecho a mantener su
revolución, su libertad y su soberanía.
Podría pensarse que aquel primer grupo de brigadistas que
debía iniciar su preparación el 17 de abril no acudiría a la cita; sin embargo
nadie se amilanó, el día fijado en horas del medio-día llegaron los ómnibus
repletos de estudiantes que entraron a Varadero cantando el himno nacional. Se
cumplía así la orientación dada por Fidel: ni siquiera la invasión del país
puede entorpecer la campaña de alfabetización.
El pueblo cubano respondió a la agresión con firmeza y en
menos de 72 horas fue derrotada. Varadero se inundó de retazos de paracaídas y
hasta allí llegaron los relatos de lo sucedido por boca de algunos de los
trabajadores que, no obstante las órdenes estrictas de no abandonar el campamento,
bajaron hasta Playa Girón a combatir a los mercenarios.
El vivir de cerca la experiencia de la invasión
mercenaria – Varadero se encuentra a pocos kilómetros al norte de Playa Girón –
fue sin dudas muy valioso para aquellos brigadistas, quienes pudieron apreciar
directamente la entraña del imperialismo, esa que había conocido Martí cuando
vivió en los Estados Unidos y que lo llevo a afirmar “viví en el monstruo y le conozco las entrañas” pues
desde entonces comprendió el peligro que el naciente imperialismo
estadounidense representaba para los pueblos de la América Latina a los que Martí llamaba “Nuestra América”. A ellos no fue necesario explicarles mucho lo
que este significaba. Para ellos resultaba evidente la diferencia. Mientras la
revolución cubana se aprestaba a erradicar el analfabetismo, una de las más
terribles lacras sociales, el imperialismo enviaba aviones a sembrar la muerte
en nuestro suelo y mercenarios armados para destruir la obra revolucionaria y
hacer que el país retrocediera a la etapa de miseria e incultura que desde
hacía más de dos años estaba tratando de dejar atrás.
Con la alfabetización se inició el proceso de
culturización de las masas populares en Cuba. Los obreros y los campesinos que
hasta entonces vivían no solo en la miseria sino en la incultura, sin un libro,
sin ver una película, oír una sinfonía o contemplar un cuadro famoso, tenían la
posibilidad de iniciar una nueva vida y penetrar en ese mundo que tanto
enriquece la vida espiritual del hombre.
La temática de la
cartilla les abría a los que se alfabetizaban la vía de la cultura política.
Los alfabetizadotes, con sus claras y sencillas explicaciones, dadas al inicio
de las clases para motivarlos sobre la temática de cada lección, les hacían
comprender, aunque de forma elemental, los principios fundamentales que
orientaban las grandes transformaciones sociales que se estaban produciendo en
el país.
La alfabetización no consistió simplemente en enseñar la
lectura y la escritura, fue más allá; trató de abrir el entendimiento de las
masas hasta entonces desposeídas e incultas, a las nuevas realidades que la
Revolución abría para el pueblo. Y para que no se quedara ahí, se abrieron
nuevas posibilidades educacionales: las escuelas de seguimiento (o la educación
obrera y campesina) donde los recién alfabetizados pudieron continuar
estudiando hasta completar la enseñanza primaria y luego la secundaria. Se
abrieron también Facultades Obreras y Campesinas donde aquellos adultos que no
habían podido ingresar a la Universidad se prepararan para hacerlo.
Para los recién alfabetizados se prepararon materiales de
lectura especializados, entre ellos, una revista que se llamó Arma Nueva que contenía temas de
carácter histórico, científico y cultural expuestos en un lenguaje sencillo y
un estilo directo. En la revista se publicaron reseñas de las batallas que el ejercito rebelde había librado por la liberación del país,
como la batalla del Uvero, de algunas obras literarias recién publicadas por la
recién creada Imprenta Nacional y también algunos poemas breves de nuestros
poetas mas populares.
Aprender a leer y escribir es solo dar un primer paso en
el camino de la educación y la cultura, pero en Cuba se crearon la
posibilidades para que los recién alfabetizados continuaran avanzando por esa
senda con la creación de nuevas escuelas, con la publicación de los mejores
libros de la literatura universal a precios económicos, al alcance de toda la
población, con la creación de cines móviles que llevaban a todos los rincones
del país las manifestaciones del séptimo arte, con la extensión a todas las
zonas de la electricidad la que fue
haciendo posible la llegada de las ondas de radio y de televisión. No en balde,
Juan Marinillo, uno de nuestros más destacados intelectuales revolucionarios,
dijo de la alfabetización que era “un transcendente hecho de cultura, impulsor de
transformaciones imprevisibles en su magnitud”.
El 22 de diciembre de 1961, el pueblo cubano en la Plaza
de la Revolución, informó al mundo entero que Cuba se había convertido en un “territorio libre de analfabetismo”, que
había cumplido la promesa que Fidel había hecho en la ONU de erradicar el
analfabetismo de nuestro suelo en el termino de un año.
En ese año se habían localizado 979.207 analfabetos y de
ellos se habían alfabetizado 707.212; de la población cubana, entonces estimada
en 6.933.253 habitantes. Quedaban sin alfabetizar 271.955 – en su mayor parte
por tener una avanzada edad o no conocer bien el idioma español ya que eran de
nacionalidad haitiana o jamaicana que desde muchos años atrás se habían
asentado en Cuba, buscando mejores condiciones de vida – lo que daba por resultado un 3,9% de analfabetismo, uno de los
más bajos del mundo y el más bajo de todos los países de América Latina.
Para obtener este resultado se emplearon 282.284 alfabetizadores catalogados como sigue: 34.722 maestros,
120.632 alfabetizadores populares, 21.266 brigadistas
“Patria o Muerte”, aportados por la clase obrera y 105.664 brigadistas “Conrado
Benítez”. El pueblo cubano todo se movilizó en torno de la campaña de
alfabetización, trabajó en la localización de analfabetos, en la preparación de
locales para alfabetizar, en la recogida de lápices y libretas para facilitar
la tarea. El radio y la televisión se pusieron en función de la campaña, así
como las páginas de los periódicos. Todo el mundo estaba atento a la gran obra
y se mostraba interesado en conocer como marchaba, cuantos se habían
alfabetizado y cuantos faltaban por aprender a leer y escribir.
Nuestros poetas, el indio Nabori
entre los más asiduos, componían versos sobre la marcha de la campaña y el
compositor Eduardo Saborit compuso el Himno de las
Brigadas Conrado Benítez, que se oía a toda hora en todo el territorio nacional
y también una hermosa canción, Despertar
que se hizo muy popular.
El Himno de las Brigadas Conrado Benítez, entonado por
todos los alfabetizadores decía en su primera
estrofa:
Somos las Brigadas Conrado Benítez
Somos la vanguardia de la revolución
Con el libro en alto cumplimos una meta
Llevar a toda Cuba la alfabetización.
Por valles y montanas el brigadista va
Luchando por la patria, luchando por la paz
¡Abajo imperialismo, arriba libertad!
Llevamos con las letras la luz de la verdad.
Por otra parte la canción Despertar, muy difundida en esos días por el radio y la Televisión
expresaba con un lenguaje poético lo que aprender a leer y escribir había
significado par un joven enamorado:
Yo podía leer en tus ojos
Lo que tu alma me quería decir
Ahora puedo leerlo en tus cartas
He aprendido a leer y a escribir.
Músicos, poetas, actores de diversas especialidades
recorrieron el país llevando arte y cultura
a los analfabetos y sus alfabetizadotes. La campaña había sido en si
misma un gran evento cultural que, al enseñar a leer y escribir a miles de adultos,
les abrió la posibilidad de seguir avanzando por el camino de la educación y la
cultura.
Paralelamente se organizó un programa de atención a las
muchachas campesinas en las Escuelas Ana Betencoourt;
se trabajó en la erradicación de la prostituición
ofreciéndoles a estas mujeres una preparación adecuada para que pudieran llevar
una vida decorosa; se atendió a la preparación de las “domesticas” que quedaban
sin empleo al abandonar el país sus empleadores, y pronto se vieron trabajando
como chóferes, como empleadas en tiendas y otros establecimientos.
Las transformaciones que en el plano educacional se han
llevado a cabo en el plano educacional en Cuba llena de orgullo a todo nuestro
pueblo. No solo se ha erradicado el analfabetismo sino que el promedio de
escolarización de la población que al
concluir la campaña era de un tercer grado ,se ha elevado considerablemente; la
enseñanza general es obligatoria y gratuita hasta el noveno grado y el numero
de graduados universitarios supera en mucho al de los existentes antes del
triunfo de la revolución y entre ellos se encuentran hombres y mujeres de todas
las razas y de todos los sectores: obreros, campesinos, de clase media, quienes
tienen asegurado un futuro feliz.
Recientemente se han abierto nuevas posibilidades para
los jóvenes que terminan la enseñanza media, a quienes se les posibilita el
ingreso a cursos universitarios especiales que pueden seguir mientras trabajan,
proceso que se ha llamado universalización de la educación superior y que esta
llamado a convertir a Cuba en uno de los países
mas cultos del mundo.
Resumo: Este texto hace un relato historiográfico
de como se realizo la implantación del programa de alfabetización popular en
Cuba inmediatamente después de la revolución castrista. Escrito por una de las
coordinadoras de la comisión de alfabetización nos presenta un testimonio de
las principales vicisitudes surgidas durante el proceso (como el caso de la
Bahía de los Puercos), así como las victorias y resultados positivos obtenidos a toda la isla.
Palabras-claves:
Alfabetización popular en Cuba, revolución castrista, método de enseñanza e cartillas,
estrategias de implantación del programa.
* Dra. En Filosofía y Letras, Dra. En Ciencias Filosóficas (PhD); Profesora y Investigadora Titular de la Universidad
de La Habana; Vicepresidenta de la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas.
Obs:
Durante a campanha de alfabetização em Cuba, foi membro da Seção Técnica da
Comissão Nacional de Alfabetização e participou da redação da cartilha e do
manual da alfabetização.